La Juventud Obrera Cristiana Internacional (JOCI) ha publicado recientemente un informe sobre la situación de los/las jóvenes trabajadores.as que sufren el impacto de la pandemia de COVID-19.
Debido a las medidas y restricciones locales están perdiendo sus ingresos, incluso su trabajo. Ya que esto es el caso para los/las trabajadores.as en general, es cierto que los/las trabajadores vulnerables de la economía informal y en empleos precarios sufren aún más este impacto. Los testimonios demuestran que no sólo los jóvenes, sino también las mujeres y los migrantes se ven muy afectados por el virus.
La búsqueda de su primer empleo por parte de muchos jóvenes se ve obstaculizada por las altas tasas de desempleo. Además, el virus ha acelerado la transición digital. Por consiguiente, una buena conexión internet y el acceso a la electricidad son cada vez más necesarias, pero no están garantizadas en todos los hogares. La falta de una protección social digna se hace cada vez más obvio.
Como parte de la solución, la JOCI formula una serie de recomendaciones. La dignidad humana debe ser prioritaria. La salud es un derecho humano y no puede dejarse simplemente a la lógica clásica del mercado capitalista. El Estado es responsable de garantizar este derecho a todos los seres humanos. La falta de inversión en los servicios públicos, en los servicios de salud y en la protección social agrava las desigualdades existentes. La JOCI quiere aprovechar esta oportunidad para crear nuevos sistemas en materia de educación, de trabajo, de protección social y de ecología. Es necesario que los gobiernos actúen porque se necesita una protección fuerte y solidaria, así como leyes y políticas para "un trabajo digno para todos", ciertamente para los migrantes, los/las jóvenes trabajadores.as y las mujeres.
Para quienes deseen saber más, el informe está disponible aquí.